. Es la tercera cita. Esteban espera bajo la lluvia pero del lado de adentro. Está en el salón del bar, en una ventana sobre la calle Arroyo. Espera a Leila desde su parte interna. Los dos parecen tener esperanza, porque hay algo de lucha o sufrimiento en lo que tienen que hacer para verse. Hay algo épico, esencial para un buen romance. Viajes, coartadas, reemplazos laborales: el enamorado es vulnerable porque tiene esperanzas. El amor vuelve a las personas sobre un sueño de dicha universal, pero por eso mismo sufren, porque esa coincidencia es como una utopía y el mundo es distópico, está en manos de gente que no solo no espera nada, sino que su tarea consiste en destruir cualquier ilusión de fraternidad y comunión de los otros. El poder es un hecho, el amor es una potencia. . El encuentro es en el bar Kafka: Leila viene por primera vez a la casa de Esteban en Rosario. La chica ha oído cosas feas de la familia Pereda, piensa que pueden tener un potro de torturas en el living, baticuevas, un patio con un grupo comando o cuadros de Perón y Evita con velas prendidas. . Es la tercera vez que van a verse y algo parece no encajar o enfriarse. La relación no arranca enseguida. Esteban, más ansioso o vulnerable piensa que él no le gusta. Que no la vuelve loca, y que el amor tiene que arrobar o nada. Los hombres son más básicos, dudan en presente: la primera mirada, el entusiasmo, la cama. Las mujeres dudan sobre el porvenir. Leila sabe que él le gusta hasta viéndolo de lejos, de antes de verlo. Por la web le alcanzó para buscarlo. Si duda de algo, es del futuro, del happy together. Hay algo de personaje en Esteban que no le ajusta. Algo afectado o falso, como una pose, algo de tipo enamorado de la luna o de una nube o de todas las mujeres. Cuando dentro de un rato le presente a la moza del bar, Lucrecia, se sentirá incómoda por esa confianza o abuso que todos tienen con él. . A menudo parece que a Leila la acosaran las miradas de otras mujeres que no lo conocen a él, pero se jactan de conocerlo. . Esteban pide el segundo café y cuando mira el reloj ya pasaron los quince minutos habituales de tardanza. La lluvia lo conforma en la demora. En la suya: su patrón de conquista, el precalentamiento, el corredor de fondo o esa forma de timidez asociada al pudor: saber que lo que más se desea tiene algo de inefable. Tan puro que no debe nombrarse. Mejor no decirlo para que suceda. Y si sucede, para que dure. En el amor –piensa-, el más vulnerable es el que tiene esperanza. . . 7-feb-2016………………………………..MaRCe frag. novela en progreso NSPQ.
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EL CUADERNO DE FLAUBERT
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Una novela sobre nada
pura música capitalista
dos compases solamente
números por logos
la destrucción del símbolo
la sospecha sobre la memoria
un diario sin periodistas
una república …