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. ….Corté la hogaza en forma casual, varias rodajas y una salió como una tostada que hubiera sido la envidia de Amelié. . La hogaza casera la trae regularmente al taller literario Gerardo Ortega y siempre le suma unos kilos de fiambre y queso que hacen la delicia de sus compañeros, que así han encontrado otro motivo para venir al curso de escritura. El arte de afilador de Gerardo le permite deslumbrar con las fetas, dados, fintas y peladuras de salame o queso, que si no fuera por el hambre de los jueves a las diez de la noche, habría que dedicarle una crónica de postre. . Ahora es sábado y tengo este pan enorme en mitad de la mesa y 500 páginas escritas: el destino completo de Esteban Pereda y una épica modesta y triste de un país del sur de América. Corto al descuido varias tostadas y una sale con la forma del corazón que también es el nombre de una de las canciones que más me gusta de Sting (The shape of my heart). . El pan tibio en un día de lluvia en mitad de la casa sola y la escritura (que son lo mismo), es un aliento real (comer), simbólico (la infancia) e imaginario (Amelié). . El corazón de la novela encontró su forma, su estilo, su ternura y por cualquier parte que se corte la hogaza, algo blanco y muelle se quemará en el fuego donde miro la llama y pienso: ¿verán que el humo casi invisible es el alma de Esteban? . . 27-ago-2016…………………..Marce.
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DUMAS
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No iba a leer Los Tres Mosqueteros, su fábula va conmigo desde la infancia, de memoria, aunque suene presumido y si bien más adelante agregamos …