. El hombre que mueve montañas comienza cargando pequeñas piedras. Eso lo dijo Confucio y quizá mi vecino, el repositor del chino de enfrente, lo sabe, porque barre desde las 7 de la mañana el super chino de Tablada como si fuera el palacio de la Ciudad Prohibida de Pekín. Barre la vereda como si fuera la ceremonia del té o el caudal manso, infinito del río Lí o del Yangtsé cristalino y delgado que va cambiando su nombre en el viaje: Lung, Chin Yuí o Yuán según la porcelana que horada o el rostro de una mujer que vive en su delta más grande que Austria. . Mi vecino guarda en su silencio todas las piedras de la gran muralla, la paciencia del Kung Fu y la de Mao y tiene el escrúpulo de quien podría desarmar una montaña piedra por piedra y hoja por hoja, todo el otoño. Esta mañana comenzó a matar el verano barriendo la noche al alba, una danza que despierta el barrio con la quema de hojas amarillas, mentoladas, infantiles: una copia de la ópera Kunqu pero en otro sitio donde el chino y yo soñamos un día soleado que bajen los precios de los lácteos del pan y la carnicería que vuelvan las doce cuotas y que algún día los pobres podamos entrar al palacio de la Ciudad Prohibida leer a Confucio y tomar el té verde de Hangzhou en los jardines de senderos donde bifurcan el río Yangtsé y el Paraná. . .
…………………………………….MARCE.
25 de abril
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TRES
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El conjunto son tres:
dos árboles y un muerto
o una mujer.
Siempre que hay un muerto
se agrega una mujer:
la muerta, la madre
o la enamorada …