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Ideas

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IDEAS
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-¿Siempre caminás tan despacio? -dijo él.
-No. Hoy estoy cansada. Estuve en clases en un salón enorme y muy frío.
-¿Dónde?
-En Humanidades. Pero los pasos dependen del día.
-Días de mujer despacio.
-No, pero depende del lugar, de la compañía…
-… pero vos siempre caminás despacio, como si pasearas.
-¿Es malo eso?
-No, pero me cuesta acoplarme.
-Porque hacés muchas cosas. Juntas. A vos habría que sacarte el celular…
-Trabajo con el celular.
-No sé. Puede ser una excusa. Deberías dejarlo cuando caminamos.
-Cuidado, agarremos por acá… (y él la toma del brazo para conducirla). ¿Qué leés?
-Los diarios de Vilariño. Idea.
-¡Qué problema Idea llamarse Idea…!
-¿Por qué?
-Un hombre se volvería más tonto con una mujer que se llamara Idea. Idea en la cabeza, Idea en el libro, Idea en la mujer…
-¡Qué estúpido! No se lo voy a contar a nadie.
-Es como la hipérbole de la Idea…
-Me estás jodiendo… ¿vos te escuchás? ¿Quién sería el hombre que se vuelve más tonto de lo que ya es…?
-Bueno, no te pases tampoco…
-Disculpame, quisiera seguir caminando sola, vos caminás muy rápido-. Y antes de que él contestara, ella aprovechó una bifurcación que hace el paseo a la altura del bar Flora y naturalmente se separó hacia el sendero que se pega junto al río. Él siguió por la calle central que atraviesa los tres bares, Flora, Hildegarda y Ferro.
-Bueno, no quería molestarte -dijo él como despedida-. Hasta uno de estos días…
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Recién cuando ella se vio sola, unos metros más allá, se detuvo un instante en el barandal frente al río, miró las islas para limpiarse la vista, apretó el libro, subió el volumen del Spotify, hizo un mohín de risa y murmuró:
-No, ya no… no te veré morir…
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………….……………Marce….
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