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La belleza es algo injusto.

Un rostro magnífico en la multitud incomoda a mucha gente.

Y los demás, no digo que sean feos, pero son invisibles.

Lo ordinario no tiene punctum,

lugar donde fijar la vista y el deseo.

«Además, usted es fea» le dice el oncólogo

a su paciente, una mujer insoportable

en el cuento de Lorrie Moore.

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La sinceridad ante todo,

La verdad vale más que la salud

¿pero quién la soporta?

A menudo es indecente ser hermoso.

Pienso en Marilyn Monroe o en Malena,

el personaje de la peli de Tornattore, el libro de Baricco.

¿Qué cosas no les perdonaban los feos, los vulgares?

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Su belleza.

Su amor.

Su felicidad.

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¡Cómo se comparte esa gracia!

Cómo se carga, cómo se goza.

Es igual que con la felicidad o el amor.

Son tres cosas horribles para los otros.

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Marcelo.

ilustración, Sandro Botticelli. (frag).