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. A muchas mujeres les resultaba atractivo, interesante, sensual, pero casi todas terminaban pensando que se habían equivocado en algo. Betty llevaba un par de años intentando saberlo: siempre estaba observándolo como se observaba ella frente al espejo y decía: “ayer parecía lindo y sin embargo…” . En el gimnasio, otra chica también había comenzado a hacer el estudio. Leticia, odontóloga, había empezado a coincidir con él en horarios dispares, de improviso: media tarde, final de la mañana, última hora de la noche. Hacía una rutina similar a la suya: aeróbico, running, pesas, y en el mismo orden. Un sábado a la mañana, que ella le pidió poner su celular en el buzón de la máquina de él, porque la de ella no tenía, se dijeron los nombres, los trabajos y compartieron sus playlists. Cuando ella dijo “Tan Biónica”, él estornudó, pero sin querer. . Luego sucedió lo más extraño, sin proponérselo, empezaron a sincronizar la carrera en sus cintas, y como estaban tan cerca, pegados los cuerpos, de un modo invisible, cada vez que aceleraban, cada vez más excitados por el ejercicio, sus bufidos y exhalaciones de toma y daca con el aire, las pequeñas explosiones del esfuerzo, comenzaron a parecerse al clímax del coito. Y a mas cada uno intentara disimular o escapar del emparde, era peor, porque parecía que el otro buscara darle alcance, y el grito de uno era el eco del otro. Lo más gracioso fue que terminaron juntos, como si los hubieran desenchufado simultáneamente de una sola máquina de sexo. . Ambos se dieron cuenta de la tensión y las risas y evitaron mirarse. Leticia tomó su botella de Gatorade y salió al patio. Él buscó sus pesas y comenzó a contar series de 60. A los diez minutos agregó otra rueda de un kilo de peso y fue en busca de la manada de machos alfa. . A la media hora volvieron a encontrarse en la cancha de volley. Leticia jugaba en un equipo verde. Él la miró saltar, hacer remates, tirarse al piso por bandejas que tomaban la pelota al ras del parquet. Ya estaba seducido. Los hombres se enamoran fácilmente. De pronto, él pensó en la playlist de ella y sintió ganas de hacer pis. Los vestuarios estaban en la planta alta y subió. Mientras orinaba en el mingitorio, él podía verse en el espejo panóptico del lugar y allí, su otro yo le confirmó que tendría una cita con Leticia. . Cuando bajó, ella no estaba por ningún lado. Sin llamar la atención, la buscó por todos los departamentos, hasta que no pudo evitar preguntarle a uno de los instructores que le confirmó que Leticia se había ido recién con dos amigas. Como si pudiera hacerla aparecer por convicción o tenacidad, él pareció rebuscar otro rato con la mirada. Inútil, claro. . Entonces empezó a ir hacia la puerta y a buscar su auto. Ni bien subió al coche llamó a Betty, mientras pensaba qué estaría pensando Leticia. Qué pensaría ella. Dónde o acerca de en qué lugar él se había equivocado o no era después de un rato, tan interesante. En qué momento exacto o porqué cosas, había dejado de ser lindo. . . ………..29-12-2015.————————–Marce
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SAUCE
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La escritura es el mal del sauce:
esperar en la luz las horas que se va
para regar la planta favorita.
No querer hacer otra cosa.
No poder. O …