. —————————————–«Cuando tú duermes junto a mí…» ————————————————-Francoise Sagan . Era un hombre que no podía dormir solo. Un hombre o un niño, o el niño de aquél hombre. El caso es que había venido a la consulta por eso. Recién había perdido a su mujer y no podía dormirse, o peor, según decía, porque se agitaba de tal modo en la cama, que la inquietud siguiente al insomnio no le permitía siquiera ver un film, ponerse a leer o salir a caminar. Dijo que la había perdido, pero en las primeras sesiones no acerté a saber si es que la mujer había muerto, se habían separado, o ella lo había abandonado o se había escapado de él. . Su aflicción era no poder dormir solo, necesitaba estrechar un cuerpo humano, decía, preferentemente mujer. Yo pensaba lo más evidente: la madre, claro… — De ser posible, doctor, que sea bella de las mil maneras que una mujer puede ser… o al menos, que no sea ordinaria o descarada. Si no fuera mucho pedir (como si yo alquilara damas de compañía) que sea discreta -dijo-, callada, incluso, la prefiero indolente sino alcanza con ser contemplativa. –Yo preparo el desayuno -continuó diciendo, como si eso le diera algún derecho a ser feliz-. Completo: café, té, leche, tostadas, manteca, miel y mermelada. Dos almendras (alguna extraña dieta) y el jugo, naranja o pomelo. . Ni siquiera le molestaba compartir el cepillo de dientes –dijo-, o tener que tender la cama. La misma mujer era otra, distinta, como él, después de haber dormido esa noche juntos, como si se tratara de una fuente de la doncella en lugar de un colchón. Esa quietud de la duplicidad de los cuerpos, inspirada por el sueño, provocaba un movimiento de dicha, según él, que ya empezaba a inquietarme. . ¿Acaso el mundo no comenzó con una tormenta submarina invisible en la superficie? El abrazo nocturno produce la comunión de los sueños -decía- y era inevitable al despertar, cumplir el sexo como un ejercicio, subir a un caballo, correr descalzo por la llanura o lavarse los dientes en el río. . –¿Y que hace las noches que está solo…? –pregunté. –Escucho la canción y veo la película. –¿Cuáles? –Cuando tú duermes junto a mí. Por Ives Montand. Y Claro de luna, de Costa Gavras, con Montand y Rommy Schneider, el origen de mis desdichas nocturnas y solitarias son por no poder dormir con ella. –¿Con quién? –Con la actriz. Con Rommy Schneider. . Cuando vi la película, supuse que la esposa había muerto y él lo negaba o no podía asumirlo. Podía estar loco del todo o ser una obnubilación provisoria. A veces, en la muerte de los hijos o los esposos (cuando se han amado), hay un intervalo de locura que puede ser pasajero, un estado de irrealidad en que sume el duelo, y que puede superarse. Por las dudas, lo derivé con Sialle, mi psiquiatra, y también, por las dudas hubiera un crimen en el asunto, le pasé los datos al Inspector Baldassini, un comisario de la Federal, retirado, que yo conocía y en quien confiaba de otros asuntos familiares. . ¿Qué podía hacerle pensar a este hombre que su medio abrazo asignado al comienzo del mundo, era el de Rommy Schneider…? Y él se comportaba como un viudo de memoria, por que Rommy había muerto ya, pero él decía tener una especie de memoria de su cuerpo en el abrazo dormido. En mi afán de comprenderlo o ayudarlo, vi varias veces las películas. Pero tampoco en eso era coherente, porque la pareja de actores y la historia eran de «Claro de Mujer», pero la canción era de otro film: «Ámese Brahms». Había mezclado los romances, los elencos y las canciones, y como sucede a menudo, intentaba, desesperado, ponerse al amparo de unas ficciones. . Yo podía imaginarme unas historias de derribos, de aquellos que han perdido sus amores, y justamente, parecen encontrarlo en otro desamparado y por la misma causa. El roto para el descocido. Una historia de insomnes, ausentes, solitarios. Supe que esos dos filmes, fueron las últimas películas que hizo Rommy Schneider entre sus dos terribles desgracias: la muerte del hijo y el divorcio. No es solamente una actuación o un personaje, claro. Es mucho más, ¿cómo decirlo?. Uno siente que ha pasado la última raya y que no va a regresar, y que además, no le importa. Y eso le ocurría a mi paciente: el dolor de vivir. Algo tan esencial como invisible, algo que no nos ha sido dado o hemos perdido para siempre. Algo como lo que intentaba entender Katherine Mansfield en el canto de su canario, en ese cuento tan consolador para los psicoanalistas.
. Finalmente, un día conseguí la grabación, aunque nada cambiaría mi diagnóstico acerca de la neurosis maníaco depresiva del hombre. No voy a negar que me produjo una pequeña conmoción, incluso, que un par de veces yendo en el auto y apareciendo la canción en mi estéreo (sin azar), he tenido que detenerme en el cordón o sostener la mirada al volante con los ojos húmedos. ¿Por qué…? Una pena de una ausencia infinita, una falta indeterminada como de alguien que no hemos conocido o apenas, y que sin embargo, está o estuvo en nuestro núcleo o debería haber estado. No es sólo una pena de amor. Es algo vasto como un vacío sin límites, algo que se extiende a toda la existencia y que un día, aparece con el canto del canario, y otro día con la voz de Ives Montand o el rostro de Rommy Schneider. Una ausencia metafísica, quizá de nacimiento, de estructura, una falta sin remedio de aquello que se ha perdido y no podemos sino simular o mitigar con el sueño, la poesía o el amor. Supongo, que llamarle «dolor de vivir», está bien. . La canción «Cuando duermes junto a mí», está inspirada en una sinfonía de Johannes Brahms. Eso explica cierta eternidad en la melodía, los tonos, su cadencia. La letra es un poema de Francoise Sagan y fue hecha para la película «Ámese Brahms». Escuchándola, es imposible no sentir ganas de dormir con alguien. Apretarse contra el cuerpo de alguien, y en el abrazo, esconderse de todos los terrores de una vida tan hermosa como precaria. Quizá fuera así el abrazo de Rommy Schneider o el que ella se fue buscando. O el que a todos nos falta alguna noche o hemos negado. Un abrazo para dormirse. Para siempre. Justo hoy, que yo también dormiré solo. . . 26-feb-2016………………………………..MaRCe ________________________________________ la foto es un fotograma del film CLARO DE MUJER, de Costa Gavras, con Ives Montand y Rommy Schneider.
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TABLADA
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Algunas personas son mejor como ideas
que como seres humanos.
A otros, jamás se les cae una idea.
¿A quién se le ocurre que somos una sola especie?
En …