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Agenda 2016

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AGENDA 2016 (repuesto-novela-realidad-simetría)
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–¿No es tarde el primero de marzo para comprar el repuesto de la agenda 2016? -dice Esther mientras me ve ponerme el piloto.
–En 1999, el año que terminé El Portador, lo compré un 15 de marzo…
–¿Cómo podés acordarte?
–Un día especial, fui con mi viejo y era la primera vez en el año que me ponía el traje abogadil. Compramos el repuesto de agenda y fuimos a alquilar el departamento de Suipacha y Paraguay, en Buenos Aires, pegadito al ND Ateneo, donde estuve tres meses escondido terminando la novela.
–¿No puede haber sido otro día…?
–No. Por la charla con el Oski: una de las mejores que tuve con él, inolvidable. Fue la vez que aceptó confiado que yo era una especie de hijo ambizurdo, un artista. No es fácil para los padres tener un hijo artista, que de golpe cierra todo y se va tres meses a la concha de la lora a escribir una novela.
— No vas a conseguir el repuesto ya…
–Fue un año estupendo. Como será éste, en que voy a terminar esta novela, “No sabiendo para qué”.
–¿Qué te pasó en el vaquero?
–Nada, ¿por qué?
–Te lo rompiste, ¿te caíste?
–No, es así. Viene roto.
–Hummm… parece muy roto. Y sucio.
–Es un Levis.
–Será un Cristian Dior, pero parece sucio. Psé.
–Bueno, eso es otro tema, capaz que haya que lavarlo.
–Sacátelo que lo lavo…-se ríe y se va para la cocina.
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Entonces vuelvo a pensar en 1999, como ahora, cuando fui tarde a comprar el repuesto de la agenda: yo terminaba El Portador y empezaba en el gobierno una Alianza Liberal parecida a ésta, aunque aquella tenía un poco de equilibrio hacia la izquierda, con dirigentes del campo social y popular. Ese año, exactamente el 26 de agosto, terminé en aquel monoambiente de Paraguay y Suipacha, en CABA, sin ventana a la calle (cava), la novela El Portador mientras comenzaba a terminar aquella Alianza, tal y como terminaba en el libro, dos años antes.
Ahora empiezo a terminar esta novela: “No sabiendo para qué” (la que suspendí hace un año esperando los acontecimientos que ya estaban escritos allí), y lo primero que me viene a la mente es el aforismo de Borges: “a la realidad le gustan los anacronismos y las leves simetrías” (El Sur). Entonces vuelve Esther de la cocina y me ve escribiendo en los días de enero, en blanco, de la agenda nueva:
–Ya la estrenaste… -dice.
–Claro, con un deseo.
–¿Se puede saber…?
–Sí, claro: la realidad. Mi deseo es la realidad.
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01-marzo-2016……………………………….MaRCe.