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NSPQ -267

.siemprevivas

NSPQ. p. 267.

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«El tableteo de la lluvia en el río Carcarañá, un recodo extraño que el curso de agua hace por Cruz doblando hacia el norte, como una burla a la confluencia, al revés de todos los afluentes de la pampa. Un desafío a la gravedad, al continente, al mapa, al pez: un caudal sin caída, patafísico, un agua de Macedonio. Y cuando termina el pueblo (aunque el río fue primero, claro), el Carcarañá vuelve a ser más ancho y dobla otra vez al sur para enfilar ya sin capricho rumbo al Paraná. Un agua llamando a la otra. O volviendo. El regreso a Maizal, a los padres enfermos y a dormir doblado en algún sillón de espera, con la cuerina color pastel hundida en la misma vértebra desde hace un año. El atardecer del bochorno por la ruta parece llevar el aguacero en venganza de Silvio Rodríguez que sale del estéreo del auto. Esteban ve los gotones en el asfalto, oye el sonido de un silencio rasgado, como si algo vacío atravesara la plenitud del verano y en ese instante se abrieran los poros a la humedad sedosa que sube del vapor del pasto. ¡Cómo no desear estar en la cama con alguien, si es lo que propone la tierra, que se lo pide al río! Que se lo pide a la nube, que se lo pide al sol antes de que se oculte y deje como todas las tardes el mundo incompleto. La lluvia en el campo y en la ruta busca un solo cuerpo: el que inventó la soledad».
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……..Marce.
NSPQ. p. 267.