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Andrea Lou Pereda

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ANDREA LOU PEREDA
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El viento se levanta y hay que intentar vivir. No se borra la mentira y tampoco la verdad, podrán borrarnos del córtex frontal nuestros derechos, pero para quitarnos nuestras conquistas y héroes del sistema límbico, tendrán que hacernos una lobotomía. A todos y todas. Sísifo, la cima es el lugar donde se repetirá la caída. Grito la muerte porque grito la vida. Jóvenes mujeres rojas, cada vez más hermosas. A veces, preparándome para salir de noche busco un rojo y no lo encuentro. Entonces me pongo algo bermellón, coral, colorado, pero al menos la vincha o un sombrero que sea rojo. Rosa no. Rosa no, salvo la de Luxemburgo. Rojo en la cabeza y en el pubis. Me lo froto, me lo froto como quien busca hacer fuego y mi propia fricción del dedo vuelve el rosa encarnado de la vulva en un rojo callejero.
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Lo mejor es devolverle nada al sistema. De todas las formas de resistencia, mi favorita es no ser encontrada donde me buscan. Mis padres pasaron tardes terribles conmigo, porque siendo niña me les escondía No hay mayor libertad que no estar allí donde nos buscan para encontrarnos. Hay que ser extraño de uno mismo para lograrlo: lo que más se disfruta es no ser encontrado allí donde todos creen que hay que buscarnos. Y a menudo no vamos a ningún sitio, no nos movemos, no nos vamos y sin embargo, tampoco nos encuentran en el lugar de siempre. Los buscadores de la mass media, las sectas ideológicas, los GPS de pueblo chico o burguesía histérica, se desorientan, si la misma casa o el mismo bar no aparece en la guía turística de la cultura de los que piensan todolomismo. Abrigarse en verano, desnudarse en invierno, para que viniera a ser o estar nunca en ese lugar donde nos busquen para encontrarnos. Domingo tarde en la noche, fumar y ocio y pensar que nos gusta la grieta, por ejemplo: ¿cómo nos organizaremos? ¿cuándo será la primera protesta? La revolución es una iniciativa: punto 1. Punto 2. Si nos hablan mucho, es contrarrevolucionario. Si no hay alcohol tomaré LSD y que viva la violación. En boca de cierta gente la palabra cultura es el opio, un adorno, fuegos de artificio, el cuadro colgado en el living haciendo juego con las cortinas y la alfombra. Prefiero que me pases sal por el cuerpo y no azúcar, como prefiero escribir ciertas palabras sólo con fonétiKa: cuando sea grande no voy a ser Kana. El pene policial vive a expensas de los reformistas y a mí lo único que me calma la rabia del vientre es que salga el hambre ajena y entre la carne dura que se ablande adentro.
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Penetrar. Penetrar. Penetrar ideológicamente. Darle por el culo a los reformistas con sus despachos llenos de sangre y cerrados con llave del lado de adentro. Lo único que se moderniza en los gobiernos reformistas, es la policía. Si su economía está herida, que reviente y cualquier reserva impuesta al placer excita el placer de vivir sin reservas. Un examen es un acto de servilismo y de control social de la promoción en una sociedad jerarquizada por la clase dominante. Basta de corazón a la izquierda y billetera a la derecha. ¿Cómo hacer una revolución a imagen y semejanza de esta universidad mediocre y esclerosada? ¡Cretinos, al menos laven los pisos y las paredes! Debajo de los adoquines está la playa, hay que adoquinar a los llorones: el bosque precede al hombre, el desierto le sigue. Es lo que queda de la guerra, que la causa la propiedad, no los salarios ni un error de cálculo: 2 + 2 son 5, las matemáticas las carga el diablo. De un hombre se puede hacer de todo, pero hacer un hombre, solo si es libre. Todo poder tiende a abusar y un poder absoluto, abusa absolutamente. Una vez que estemos castrados, nuestro grito será inaudible, más bien un canto de sirenas alienantes y boludas. Donde hagamos una barricada, se cortará la calle, pero se abrirá un camino. Abramos las puertas de las cárceles, los manicomios y otras Facultades mentales.
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A mí la carnicería no me dispersa. Al contrario, me suelda, y si me empujan, pujo, repujo, cojo y recojo. La única esperanza es la que viene de los sin esperanza. De entrada, solitaria, luego solidaria, libre al fin. La anarquía soy yo. ¿Qué perversión sexual puedo inventar? No puerco más, salvo que parezca inocente. Le pondré alas al puerco: Ave Porco, lo único más lúbrico que lo procaz. Ya sé que no es bello ver tu culo exhibido en un arnés, pero es encantador verlo perdido, devorado, ardiendo en un living theater burgués que sí, pero que no. Quesíquenó. ¿Pero eso no es escándalo acaso? Por supuesto, como Dios: un escándalo que acusa. Y ni maestro, ni cura, ni polis, ni Dios. Dios soy yo. Yo y mi adoquín.
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Que el mapa de ahora ya no busque el origen sino el devenir. Tenemos suficiente arqueología y memoria de llanto en la cara, tesoros enterrados en las manos de cavar. El mapa de ahora será a mano alzada, más cerca del arriba y adelante, que del atrás y el abajo. Pequeños desplazamientos como ajustes de reparto hacia el porvenir. Dos o tres líneas fugitivas que salen de una ventana: un futuro de troqueles sin farmacia, cartones para colorear de rojo los días soleados y consultas sólo por el clima o el estado de las rutas. El mapa de ahora es volar y que el mundo reformista de la corbata, no se afeite más; con esa hoja que tiene la forma de un aeroplano y la mano de un niño (que también es la de cavar), dibujaré un tirabuzón en el aire del baño, abríré la ventana y saldré a luchar con la hoja de afeitar como guillotina.
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Me levanto y ya es vigilia, es domingo, hay sol y el diario trae otra vez o parecida, la operación masacre que leía de Walsh antes de dormirme: “Nuestras clases dominantes procuran siempre que los trabajadores no tengan historia, no tengan doctrina, no tengan héroes ni mártires. Cada lucha debe empezar de nuevo, separada de las anteriores: la experiencia colectiva se pierde, las lecciones se olvidan. La historia parece así como propiedad privada cuyos dueños son los dueños de todas las otras cosas”. Walsh lo sabía y no pudo decirlo hasta que supo que decirlo era la muerte, entonces lo dijo, porque llega el momento en que la muerte de uno es para que vivan los otros. Pero eso se acabó. Ese mundo no existe más. El país de los asados no existe más, ahora todo es morcilla, carne hecha con restos y desperdicios, carne negra de cajas negras.
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¿En qué diario podría publicar hoy Rodolfo? ¿Tendría Facebook o Twitter? WhatsApp seguro. Lo real es L´Oreal. El aire apenas se conmueve en los despachos y hoy mataron mil. O miles, ¿cómo se dice? Si no te despertás con eso estás muerto. Desayuno té y tostadas. Pienso en salir a correr y me quedo viendo la naranja que traje ayer de la isla. ¿De qué naufragio? La huelo, la acaricio y pienso que esa fruta soy yo: una mujer feliz que no lo sabe, cansada de llevarse puesta, pero cuando llegue al fondo, en lugar de hundirme, me deslizaré y pasaré del otro lado del espejo, como Alicia: derecho por revés, y lo que parecía un privilegio será una superficie.
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(fragmento de la tesis doctoral de Andrea Lucía Pereda, “La casa arde, la abuela se peina”, Facultad de Ciencias de la Comunicación, Maizal, Argentina, año 2003).-

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NSPQ. p. 260/4………………..MaRCe.