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LO INHERENTE
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Ayer, María Laura Basa contó en el taller (y será motivo de su Crónica de viaje) que en el muro de Berlín, en algunas partes, ha quedado como un sub-muro entre lo roto y lo desarmado, una especie de triángulo pequeño donde un turco (un inmigrante) se ha hecho una huerta. No puede ser más alegórico el hecho, porque lo inherente a las paredes es la ternura, lo nutritivo y no importa todo lo que se rompa ni cambie o se mude, todo muro que separa tiene adentro un muro que cobija, una memoria inherente que ha quedado en las piedras, que alguna vez, hace miles de años fueron peces y luego, pájaros… Marce.