. Era un mirlo en el molle. Un molle en el cuarzo de las sierras chicas y un cielo tan azul
que hacía doler los ojos
con el sol en el cenit.
.
El mirlo con el pico naranja
mordisqueaba los higos maduros
en el bajo del faldeo del monte
y subía a la cresta del árbol
para ver el infinito.
.
Me senté en la raíz del molle
y a su sombra lo escuché negro
con el pico naranja.
Su piar era una sola nota
disonante y aguda como la del sinsonte.
Como una queja o un reclamo
sólido para un pájaro en las piedras.
.
Me dio de pensar en la anunciación
del alma de alguien
que hubiera muerto hacía poco
y venerara los montes.
Le hablé o quise hablarle
como si fuera mi tío Tito
que murió hace una semana
y era loco por las sierras
y el dulce de higo.
.
¿Pero en qué lengua,
con qué voces
se habla a los pájaros de piedra?
Usé una sola nota,
un sonido atonal y grave
para no asustarlo:
algo con U que llevara
paz, amor, gratitud.
.
Los dos nos quedamos quietos
y fijos mirando el valle:
el mirlo sobre la rama
yo sentado en la raíz del molle
y tras una vacilación
(que cerca del cielo nunca es breve)
él voló hacia la higuera
a libar la fronda
mientras yo cantaba esta melodía
atonal y sin palabras.
.
.
………….12-II-2017……..Marce.