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Venus

Boticelli 2

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VENUS
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El lugar predilecto era en la frontera, un monte de venus de una maestra rural de lengua, el camino de tierra justo en el límite de las dos provincias. Santa Fe – Córdoba, malones, cautivas, bandidos rurales y un cartel de Vialidad que decía “Decreto DPV 815/10 -Prohibido Sembrar en la Banquina”.
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El cartel apenas se veía, lo tapaban las mazorcas, las espigas, el yuyo de la soja. Para ser feliz hay que tener la vista de un lince y el hambre de un león. El olfato de un lebrel y las manos de ella, una seda, un té de manzanilla en un pueblo donde la única cerveza era Brahma.
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A ella le gustaba mezclar el juego y la disciplina, no dejaba de ser una niña,
la maestra de lengua del pueblo con una mueca de Lolita, doliendo su inocencia más que todo, un chirlo antes de la ternura, el ave de la mano abierta y estirada, un ala cada vez más cerca del límite, hasta que al fin agarraba el miembro duro y lo acariciaba haciéndolo doler de gozo, gemir del estirón, alta en el cielo.
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Ella lo hacía acabar en sus manos, mientras le daba unos piquitos en las piernas, cerca de las ingles.
Unos besos de lengua bífida, en el espasmo podrían haber muerto. Cuando se soltaban, ella batía el semen en el camisón de saliva y lo repartían como un botín por el rostro: afeitarse o antiedad, el amor infantil y después, quedarse todo el día oliendo las mejillas.
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……………………..………………Marcelo Scalona.