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LA FLOR DEL BIEN

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Vale el artificio, Baudelaire, la flor del mal, pero empieza el día, dejo de escribir el poema y busco la flor real. A tu lado está Martina, como en un cuadro de Monet y más allá, aunque no entra en la foto, su tía, en el Jardín de Vetheil. Acabo de traer de la terraza, de mis macetas, estas flores del bien: campanitas rojas, estatis lilas, blancas y amarillas que llegan desde Jujuy donde la primavera ya comenzó. Ayer, cuando salí del banco, vi un jazmín en la calle peatonal. Nunca recuerdo las claves bancarias ni porqué razón Facebook me dice que hoy tengo 22 eventos. ¿22? Alan Faena me debe estar usando el perfil. ¿22, a un hombre que se levanta a las siete para mirar una flor…? No voy a mencionar el soneto de Shakespeare, ya canso con eso, pero estoy seguro que lo vi. Miré el reloj y eran las 14.03 cuando lo vi, le pregunté al florista de Córdoba y San Martín y su reloj también marcaba las dos y cinco. Como dice Hawking en su teoría de los agujeros negros, estamos allá y estamos aquí, reales o escritos, felices juntos en mundos paralelos, como el simulacro y la flor. Ayer la vi.