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Venus

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VENUS
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Al final de la primavera, la tarde que conocieron el montecito de Venus de Uranga, los sorprendió el aguacero un rato antes de que llegara el crepúsculo. Estaban exhaustos y polvorientos de haber cogido en el pasto, él se corrió del abrazo, se quitó del pelo una espiga, se la puso en la boca y chupándola se puso de pie y fue hasta el auto a buscar la frazada escocesa del baúl para armar la tienda habitual de siestear la petit mort, la cabezada después de la cópula, el dormirse un instante, entornar los ojos apenas y yacer ese cansancio de batalla.
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Cuando volvía con la colcha, ella empezó a hacer algo extraño, quizá por la luz tenue o las sombras o la suciedad de lo claro entre la luz que huye cuando crece la fronda: en vez de vestirse o taparse, ella comenzó a hacer una danza obscena, animal y rabiosa para volver a excitarlos, aunque al comienzo no pareció que necesitara que él fuera parte, sino una sola necesidad de ella que pedía algo más. Pero justamente, eso fue lo que más azuzó la sangre de él, verla gozarse sola, sospechar que quería penetrarse con el tronco de un árbol que había tomado como ícono ritual y fetiche. Ella se movía convulsa, emitía unos sonidos guturales como del vientre, como si se le trabara la lengua adentro y afuera cavernosa mientras se embadurnaba de tierra y de una pasta que hizo con su saliva y un charco que había dejado la lluvia, hasta que se montó en el brazo de un árbol como si fuera a usar el tronco de tótem o falo y pensara metérselo en el cuerpo arañando la corteza, lamiendo la piel lechosa y verde de la planta donde estaba desnuda. Ella empezó a gemir porque el palo enorme suturaba la savia viscosa, pero el árbol no la penetraba, aunque ella lo movía hasta que terminó de enancarse al tronco y dejarle a él sus dos nalgas blanquísimas y urgentes con la huella encarnada más oscura llegando al pubis, una fuerza centrípeta como un imán indicándole a él hacia dónde debía dirigir su polo para deglutirlo, meterlo y sacarlo del anillo rosado de ella, que acabó varias veces sentada sobre él y abrazada al árbol con una especie de aullido igual al que hacen los gatos que pelean de noche en las vías.
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19-abr-2016………………………MaRCe.

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Marcelo Scalona
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ANFIBIOS
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Las mantas se apelmazan
se pegan al cuerpo: el sillón
y yo somos un oso ergonómico

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Marcelo Scalona
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Andre Lípari

Andre Lípari Tu muchachita y la mía se merecen una de éstas. Ya la tendrán Emoticón heart Emoticón heart Emoticón heart. Dénme tiempo. Abrazos, Penélope Emoticón grin

Foto de Andre Lípari.

 

FREUD
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Papá, estoy muerto
estoy ardiendo papá
no te duermas en mi funeral.

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Marcelo Scalona
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Marcelo Scalona

Marcelo Scalona la foto: papá Oscar Scalona en su oficina de Jefe de Los Talleres del Correo Central de Rosario. 1971.

 

Amalia Elena Fabbro

Amalia Elena Fabbro A veces uso adjetivos de modo erróneo. Un abrazo, puede ser?? Es tan sentida!!!!

 

Mis textos eróticos en escena !!!

15ABR

15 de abril – 29 de abril · La Peruta Espacio cultural · Rosario
A 44 personas les interesa · 59 personas asistirán
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Marcelo Scalona
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