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CANCELACIÓN
.
Primero suspendieron el espacio
y nos dejaron el tiempo.
De las tres dimensiones
quedaron dos: un no lugar.
Lo primero fue lo real
el lugar y su percepción
el enemigo era el cuerpo, tocarse,
los fluidos, la voz, el abrazo,
las manos, la libertad.
Documentos, por favor.
El mundo se hizo un país,
el territorio, un mapa
y la sucesión un reloj.
Ya no era figurado llamar república
a la Sexta, a Tablada o a Pichincha.
Una región fue un barrio
y todas las calles una temporada de Rimbaud.
Cerraron todo menos los mercados,
al final del mundo,
Falabella seguía abierto con la misma
cola de dos cuadras aunque ya eran
hologramas de rosarinos del año 2021
buscando ofertas de la plusvalía.
.
Solo quedaron abiertos los bancos,
los cereales, la hidrovía, las empresas
de marketing, las de software, el Zoom pago,
el chat de la Ministra Cantero,
Showmatch, la copa de la liga y la política.
El resto, lo que quedaba, éramos nosotros
en las casas, le gustaba decir a mi vieja
las casas… eso era el mundo, un hogar.
Nos quedaba una ventana
dos gatos ajenos, el chino,
una novela sobre nada y dos músicas:
los vecinos, en voz baja
y las ambulancias.
.
Ya no hubo alrededores,
el alambrado ahora era una App
que autorizaba recorrer 600 metros
para llegar hasta la máquina que daba
los bitcoins, unos papeles fantásticos
pintados con figuras de animales extintos
para canjear en el chino 24 hs open:
Ñampe, Nescafé, arroz, virus y vacuna.
El último viaje en auto trató
de cruzar la frontera de Rosario
y llegar a Pueblo Esther
pero la App que los cuidaba
la misma matrix que ya había detectado
la fuga de Harrison Ford y su muñeca cyborg
al final de Blade Runner 1,
ahora lo detectaba todo del chip
del Smartphone, la temperatura,
el virus, el auto, la tristeza
y los saldos contables,
las fotos familiares, los miles de poemas
escritos en una calle inclinada
y su millón de amigos,
que es justo decir,
aunque parezca una burla,
fue lo que quisieron todos
aquella pandemia:
tener un millón de amigos
como Roberto Carlos.
.
Después suspendieron el año:
2020 no se cuenta, pensó
y luego las estaciones frías
otoño invierno encerrados
pret a porter de pantufla y pijama
y después los meses fraccionados
en semanas hasta contar los días
de a uno y por su nombre
o el tuyo
y escanciarlos incluso en alba
mañana, mediodía, tarde,
tarde en la noche
noche, medianoche
el corazón de las tinieblas,
la madrugada y otra vez
la cinta de Moebius.
.
Así llegamos hasta las horas,
a contar en fracciones breves
el tiempo entre toma y toma
de paracetamol o el remdesivir
el Rem de vivir
la Ram de vivir
contar por horas
la vida que se escurre
temiendo que llegue el instante
de contar por minutos
y ahora sí que empieza a temblar
la última dimensión humana:
la conciencia, el lenguaje, el sentido,
su sustancia, el poema,
y que lo demás, tiempo y espacio
sea como en los sueños,
15 segundos son 15 días
la vida es eterna en el poema de Víctor Jara
y suena la sirena, son cinco minutos
y vuelta a la computadora
te recuerdo Amanda,
en mi terraza, en 1971
jugando a Batman y a Romeo y Julieta
el sánguche de mortadela, la pelopincho
un Nesquik y en media hora cruzar la muralla china
el sur de Francia, la Patagonia
y llegar hasta el kiosco de Ayacucho
de don Miguel y comprar los Bazookas
con las historietas de Fogwill
pagar con un billete verde y grueso
con la cara de San Martín
y recordar quién era el prócer,
lo enseñaban las escuelas en aquella época,
y darnos el primer beso
que también será el último
sin peso, 15 bites, diez fotos…
¿Te alcanza con diez fotos?
Sobra. El vuelto es una curita.
.
Y el último flash de conciencia,
aquella vez que cayó el meteorito
y mató a nuestro millón de amigos,
los dinosaurios, las veredas, las hamacas
las fábricas, los abrazos, las escuelas,
los gobiernos, las bibliotecas, las ideas,
la medicina, la poesía y a Roberto Carlos.
.
………..#Marcelo Scalona…
.
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37Silvina Estrada, Graciela Gandini y 35 personas más
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